jueves, 22 de septiembre de 2016

La comunicación no verbal

La comunicación no verbal, trasciende el lenguaje estrictamente lingüístico y se apoya en la paralingüística, la proxémica y la kinésica.




LA PARALINGÜÍSTICA
La palabra “paralingüística” es un constructo, compuesto del griego “παρα” (junto a), el latín “lingua” (lengua o idioma) y el sufijo “-ico” (relacionado con).
La paralingüística es la parte de la comunicación humana que trasciende al uso del lenguaje verbal. Los elementos paralingüísticos, o paraverbales, otorgan distintos matices al sentido de lo verbal. Por ejemplo, los rasgos suprasegmentales (el acento, la entonación, el ritmo y las pausas) aportan significados y matices al mensaje lingüístico, hasta el punto que pueden cambiar completamente su significado.
Si tomamos en cuenta la voz humana, algunos de sus rasgos físicos como el tono, la intensidad o el timbre, pueden revelar el estado de ánimo del hablante. La elección de determinados elementos paralingüísticos de este tipo le puede permitir a una persona expresar su sorpresa, su felicidad, su desencanto, etc.
En algunos casos, estos signos se emiten de manera inconsciente, aunque pueden ser usados adrede por el individuo.
También hay que tener en cuenta que ciertos componentes de la paralingüística son comunes a muchas culturas, pero otros son específicos de determinados grupos. Por eso, en algunos contextos comunicativos, pueden no resultar útiles.


LA PROXÉMICA
La palabra “proxémica” proviene del latín “proximus” (“prope” = cerca y “ximus” = como máximo).
La proxémica es una rama de la semiótica1 que estudia cómo se organiza el espacio en la comunicación lingüística. Se trata del análisis de las relaciones espaciales entre las personas y entre estas y las cosas durante una interacción comunicativa, considerando la distancia corporal y la postura adoptada.
En todo acto comunicativo, más allá del sistema verbal, hay unas normas sociales y culturales vinculadas al grupo social, la edad y el género, por ejemplo, en las que la distribución del espacio, tanto personal como social, genera ciertos significados.
Forma parte, por tanto, de la comunicación no verbal.
Existen diferentes distancias proxémicas:
§  Cuando dos personas interactúan a una distancia de hasta 45 centímetros, se crea un espacio íntimo que permite el contacto físico, tal como ocurre en las conversaciones entre miembros de una pareja, familiares o amigos muy cercanos.
§  Si la separación entre los hablantes se sitúa entre los 46 y los 120 centímetros, se alude a una distancia personal, frecuente entre amigos no tan cercanos o entre compañeros de trabajo.
§  La distancia social, de entre 121 y 360 centímetros, aparece entre individuos extraños o que tienen un escaso conocimiento entre sí.
§  Finalmente, existe una distancia pública de más de 361 centímetros que aparece en conferencias, discursos o interacciones similares.

Semiótica1: Ciencia que se encarga del estudio de los signos en el seno de la vida social.


La gestión de nuestro espacio personal nos puede crear algún inconveniente si se dan las circunstancias adecuadas:

LA KINÉSICA
El término “kinésica”, proviene de la misma raíz griega de “cinética”, es decir, “κίνησις” (movimiento).
La kinésica o lenguaje corporal, estudia el significado de los movimientos corporales y de los gestos en una situación comunicativa: inclinar la cabeza, levantar las cejas, guiñar los ojos, levantar el dedo pulgar en señal de aprobación, la posición de los ojos y la mirada,… Estos gestos faciales y corporales con frecuencia tienen una intención comunicativa añadida al mensaje estrictamente verbal. Por ejemplo, será más difícil negarse a la invitación de alguien que, además de decirnos «¿Vamos al cine?», ladea ligeramente la cabeza y nos guiña, cómplice, mientras sonríe pícaramente.
Los movimientos de la cara y el cuerpo brindan datos sobre la personalidad y el estado emocional de los individuos: alegría, miedo, asombro, tristeza, cansancio, etc. ​Con frecuencia, en el lenguaje oral usamos un gesto en lugar de una palabra o de un enunciado, o dibujamos algo con las manos para complementar lo que decimos oralmente: saludamos con la mano o enarcando las cejas, en vez de decir «¡adiós!».

A modo de resumen:


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