¿El lenguaje debe estar al servicio de los hablantes o los hablantes al servicio del lenguaje?
La clase política está en el empeño de imponer una forma de hablar determinada que contraviene el carácter práctico y funcional que le es consustancial.
Si la lengua no sirve para una comunicación inmediata y útil pierde su sentido y se convierte en algo farragoso y ridículo. Para muestra, un botón.
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