domingo, 24 de noviembre de 2019

LU_La literatura medieval religiosa en latín_2. "Stabat mater"

"STABAT MATER"


Stabat Mater ("Estaba de pie la Madre", en latín) es una secuencia (himno del Aleluya gregoriano) atribuida al papa Inocencio III y al franciscano Jacopone da Todi. Data en el siglo XIII. Comienza con las palabras Stabat Mater dolorosa ("De pie la Madre sufriendo"). Como plegaria sobre el sufrimiento de María, la madre de Jesús, durante la crucifixión de su hijo.
No se debe confundir con el himno Stabat Mater Speciosa, atribuido al mismo autor, que narra el gozo de María por el nacimiento de su hijo.


Muchos compositores han musicalizado esta secuencia como, Pergolesi, Rossini, Palestrina, Vivaldi, Liszt, Dvořák, Verdi, Karl Jenkins, Kiko Arguello o Marco Frisina. De Mons. Frisina es la versión que aparece en el video.

El texto de la traducción al castellano realizada por Lope de Vega es el siguiente:
  1. “Estaba la Madre dolorosa junto a la Cruz llorando, mientras su Hijo pendía. Su alma llorosa, triste y dolorida, traspasada por una espada.
  2. ¡Oh cuán triste y afligida estuvo aquella bendita Madre del Unigénito! Estaba triste y dolorosa, como madre piadosa, al ver las penas de su Divino Hijo.
  3. ¿Qué hombre no lloraría, si viese a la Madre de Cristo en tan atroz suplicio? ¿Quién no se contristaría, al contemplar a la Madre de Cristo dolerse con su Hijo?
  4. Por los pecados de su pueblo, vio a Jesús en los tormentos, y sometido a los azotes. Vio a su dulce Hijo morir abandonado, cuando entregó su espíritu.
  5. ¡Oh, Madre, fuente de amor! Haz que sienta tu dolor para que contigo llore. Haz que arda mi corazón en amor de Cristo mi Dios, para que así le agrade.
  6. ¡Oh santa Madre! Haz esto: graba las llagas del Crucificado en mi corazón hondamente. De tu Hijo lleno de heridas, que se dignó padecer tanto por mí, reparte conmigo las penas.
  7. Haz que yo contigo piadosamente llore, y que me con duela del Crucificado, mientras yo viva. Haz que esté contigo junto a la Cruz; pues deseo asociarme en el llanto. 
  8. ¡Oh Virgen la más ilustre de todas las vírgenes! no seas ya dura para mí; haz que contigo llore. Haz que lleve la muerte de Cristo; hazme socio de su Pasión y que venere sus llagas.
  9. Haz que, herido con sus heridas, sea yo embriagado con la Cruz y con la Sangre de tu Hijo. Para que no me queme y arda en las llamas, por ti, oh Virgen, sea defendido en el día del juicio.
  10. ¡Oh Cristo! Cuando hubiere de salir de aquí, dame, por tu Madre, que llegue a la palma de la victoria. Cuando el cuerpo feneciere, haz que al alma se le de la gloria del Paraíso. Amén. Aleluya.”

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